Han pasado ya casi cuatro meses desde Navidad y aún tenemos en la memoria la alegría de actividades propias del momento…
Llegan los niños con su gritos y alegría innata, puro jolgorio… Se ilumina el rostro y en el corazón se despiertan recuerdos, vivencias de años pasados… Da igual que llueva, granice e incluso nieve en La Alfaguara, la memoria empieza a trabajar y la felicidad inunda los corazones de mayores y niños.
Empieza el intercambio entre diferentes generaciones, se comparten habilidades, conocimientos y experiencias todo se transforma en ternura y protección se abre el almacén de los recuerdos y roles… madres, padres, abuelos…
«¿Este niño me recuerda a mi hijo? ¿Mi nieto? Da igual. ¡Estoy feliz!»
Se respiran vínculos de utilidad, autoestima, ayuda, compartir mutuamente se unen las manos pequeñitas de querer aprender, tocar, explorar junto con las manos de la sabiduría. El tacto me lleva a tantas navidades amasando harina, manteca, almendras para culminar con unos ricos dulces que degustaran mi esposo, hijos y los roles de la vida se despiertan madre, esposa, hija, cuidadoras y protectores de familias que están ahí en el almacén de los recuerdos. Los observo, trabajan motricidad fina, gruesa, coordinación… Pero sobre todo despiertan la felicidad, ternura, amor, protección… Me siento feliz, es un taller con muchos beneficios terapéuticos para todos, a merecido la pena
Mónica Vergara Pérez
Responsable Terapia Ocupacional
U.E.D. La Alfaguara – Nívar